Desde la década de 1960 hasta hoy, algunos científicos han hecho sorprendentes afirmaciones de capacidades sensoriales y del alto nivel de inteligencia que poseen las plantas. Sus conclusiones plantean preguntas sobre lo que significa ser “inteligente” y define lo que es la “conciencia”.
El Profesor Stefano Mancuso del Laboratorio Internacional en la Planta de Neurobiología en la Universidad de Florencia, habló este mes a la BBC de una especial exploración de inteligencia en las plantas. Dijo: “Estamos convencidos de que las plantas son cognitivas e inteligentes, por eso usamos técnicas y métodos normalmente utilizados para estudiar en animales cognitivos”.
Él experimentó con dos enredaderas de frijol. Las plantas fueron fijadas para competir por un poste. La perdedora sintió que la otra planta había alcanzado el primer poste y empezó a buscar una alternativa.
“Eso demuestra que las plantas estuvieron conscientes de su entorno físico y del comportamiento de la otra planta”, dijo Mancuso. “En los animales a esto lo llamamos conciencia”.
Un sentido de comunidad
Suzanne Simard, Profesora de Ecología en la Universidad de Columbia Británica, dijo a la BBC “no habíamos tratado con [plantas]… refiriéndose a que también son seres consintientes”. Ella experimentó en compañía de Douglas con árboles de abeto y encontró que podían reconocer a sus propios parientes cuando crecen en un vecindario entre “extraños” y conocidos.
Los árboles también parecen ser capaces de sentir cuando ellos se están muriendo, y liberan carbono dentro de los pinos vecinos.
Aprendizaje, memoria a largo plazo
El año pasado, la Dra. Mónica Gagliano en la Universidad de Australia Occidental editó un estudio en la revista Oecología, examinando la larga memoria de las plantas. Ella sembró Pudica Mimosa en macetas sobre el amortiguamiento de espuma desde una altura que asustaría a las plantas, pero sin hacerles daño.
Ella fue capaz de controlar sus reacciones y encontró que las plantas finalmente aprendieron a caer sin que se hagan daño. Con lo aprendido las plantas conservan su memoria a largo plazo.
¿Pero estos comportamientos ¿conceptúan “inteligencia”?
El Profesor Daniel Chamovitz, Decano de Ciencias en la Universidad de Tel Aviv y autor de “Lo que una planta sabe”, le dijo a la BBC, “pudimos ver en las hojas de Venus Atrapamoscas su capacidad de cierre. Entonces lo pudo definir como ‘inteligencia’, pero eso no ayuda en todo para entender la biología de la planta. Tenemos que ser muy claros sobre la terminología”.
Emociones y súper capacidades sensoriales
Las plantas parecieron registrar respuestas emocionales cuando en 1966 el desaparecido Cleve Backster las chequeó usando un detector de mentiras.
Backster era un ex especialista usando el detector de mentiras de la CIA, desarrolló técnicas con el polígrafo común que todavía hoy usan los militares estadounidenses y agencias gubernamentales. Realizó un experimento en la planta dragón (Dracaena) de maceta detallada en el libro “La vida secreta de las plantas”.
Por ejemplo, hubo dos plantas Dracaena y a una de ellas se le conectó un detector de mentiras. Una persona pisoteó a la otra planta. Mientras esta acción fue realizada, el polígrafo demostró que a la planta testigo del pisotón le causó miedo.
Marcel Vogel continuó con los experimentos de Backster y expuso que las plantas parecían ser afectadas por los pensamientos.
Vogel fue un veterano científico en IBM por 27 años, durante ese tiempo patentó más de 100 inventos. Parcialmente a través de su carrera estuvo interesado en una aplicación más orgánica por su conocimiento científico.
Probó las corrientes eléctricas emitidas por las plantas. Encontró que las plantas responden dramáticamente cuando pulsó su respiración y mantuvo un pensamiento en su mente, comparando cuando su mente es clara y su respiración es lenta.
Su ex asociado Dan Willis en su página web MarcelVogel.org explicó los experimentos de Vogel.
Willis escribió: “La capacidad de respuesta de las plantas al pensamiento fue también el mismo sin importar si está a 8 pulgadas, 8 pies u 8.000 millas, como fue probado en Praga, Checoslovaquia, en su laboratorio de San José donde él fue capaz de afectar a la planta conectada a la grabadora”.
[The Epoch Times]